A
pesar de ser domingo, para Miguel era un día más. Se había levantado temprano,
como todos los días, y había ido correr su media hora por el paseo del río;
tras estirar y realizar una serie de ejercicios para tonificar otros músculos,
se duchó y afeitó. Fue a la cocina y preparó el desayuno para el resto de la
familia, como sabía que tardarían todavía un poco en levantarse, decidió empezar
a desayunar él solo, tranquilamente.
Miguel
sabía lo importante que en su situación era mantener rutinas, especialmente de
esfuerzo, de lo contrario podía caer fácilmente en la anodina apatía de los
protagonistas de “Los lunes al sol”. Y él era un luchador nato, superviviente
de mil batallas laborales, que incluían un par de traslados de empresa que
encubrían sendos cierres de las mismas, un final de contrato con muchas
mentiras o verdades a medias y un despido improcedente, este último hacía 23
meses, el cual le había dejado varado en mitad de aquella crisis que parecía no
acabar nunca. Dicen que la profesión va por dentro. Aquellas duras y algunas
traumáticas vivencias le habían dejado unas graves heridas cuyas cicatrices
llevaba en el alma, y que solo los ojos expertos de algún profesional avezado
de la psiquiatría o psicología y las pocas personas que lo conocían muy bien
eran capaces de percibir o intuir.
La
vida no era fácil ni tampoco justa. Miguel se sentía “el último mohicano”, a
los de su edad les habían enseñado que con esfuerzo y sacrificio se alcanzaban
los objetivos y así había sido hasta entonces. Pero cuando los de su generación
habían alcanzado un buen puesto y parecía que todo estaba encarrilado. ¡Zas!
les habían cambiado el ritmo de la canción de la vida y la orquesta del
“Titanic”, ahora, tocaba otra melodía. Ya los trabajos no duraban para siempre
y los contratos indefinidos eran papel mojado, cada vez era más difícil, casi
imposible, que alguien se jubilase en la misma empresa en donde había empezado
a trabajar.
Todo
ello hacía de Miguel, el exponente típico de lo que su amigo Jesús denominaba
perfecto representante de la talla LR o LS. L de cincuentón L=50 en números
romanos y R de resistente o resilente, aunque bien podría cambiarse por S de
superviviente.
Miguel
a veces se sentía solo y abandonado por todos como Gary Cooper en “Solo ante el
peligro”.
Los
domingos sabía que podía disfrutar del silencio de la mañana y leer con
tranquilidad, como cuando era pequeño salvo que ahora su pertrecha economía no
le permitía ir al cine, como antaño para disfrutar del programa doble o de la
sesión continua. Su economía de guerra solo le dejaba comprar la prensa ese
día, entre otras cosas porque había un suplemento de páginas sepias con la actualidad
económica en donde se publicaban los anuncios de ofertas laborales, aunque
estas prácticamente habían desaparecido. Y pescar una era una proeza como la
epopeya de “El viejo y el mar”. Aun así la esperanza es lo último que se pierde
que se lo contasen a “Los últimos de Filipinas” o a los miembros de “La
patrulla perdida”.
Abrió
el periódico por el centro tras echar un vistazo a la contraportada para ver la
tira cómica de un conocido dibujante local, que casi siempre le hacía esbozar
una sonrisa. Y su vista se quedó inmediatamente clavada en un pequeño anuncio
que requería un titulado superior con experiencia en el sector en donde Miguel
había desarrollado toda su vida laboral. Su perfil encajaba como guante al
dedo, pero no quería hacerse ilusiones llevaba más de 1000 intentos y una
docena de entrevistas, la última hacia ocho meses y siempre pasaba lo mismo
buscaban un perfil diferente, vamos más joven y supuestamente más barato.
Se
levantó tranquilamente y se dirigió lentamente al salón donde estaba el
ordenador como Ringo, ósea se John Wayne, cuando se bajaba de “la diligencia”
al llegar al pueblo. Abrió el correo electrónico, adjunto una carta de
presentación y su curriculum
adaptados al anuncio y pulsó enviar. Sabía que había disparado su última bala. Y
mientras cerraba el programa se acordó del final de su película preferida
“Casablanca” escuchando a “Bogey” mascullar con el pitillo a medio fumar “Esto puede ser el comienzo de una nueva
amistad”.
Aquí dejo el enlace sobre el veredicto del jurado y comentarios de lectores al respecto. El II Certamen de Relato Breve vuela a Argentina.
Lo que no he encontrado esta año es la publicación del relato ganador.