martes, 22 de diciembre de 2009

Adviento

Los cristianos celebramos tres pascuas la de Navidad, la de Resurrección y la de Pentecostés. Las tres son importantes y las tres tienen su preparación, el adviento, la cuaresma y el tiempo pascual.
De todos ellos a mí, de siempre el que más me ha gustado es el adviento.

Adviento quiere decir llegada.
Posiblemente por dos motivos:
- La preparación con alegría para la llegada de la luz, de la esperanza. La RAE define la esperanza como el estado de ánimo en el que se nos presenta como posible lo que deseamos.
- También por la época del año, se acaba el otoño y los días dejan de acortarse. A partir del solsticio de invierno (21 de diciembre) ya se nota que el día alarga, que la luz es otra, aunque térmicamente haga más frío.

El adviento es esa preparación para recibir esa luz interna, esa pequeña llama de esperanza que nos guié a lo largo del año que comienza, pese al ruido externo que la sociedad moderna nos quiere imponer, con su consumo vacuo, su falta de reflexión y su folclore superficial de “vacaciones de invierno”.

Hace unos días, Eduardo escribió en una reflexión para su grupo de catequesis de Confirmación:

“…esa esperanza de Adviento, es la ESPERANZA del mañana siempre será mejor, que no quiere decir que los problemas se solucionen solos de la noche a la mañana, sin hacer nada. Se refiere a que como personas avanzamos, día a día, e intentamos, en ese avance, una mejora tanto personal, como social y como creyentes.”

Por todo ello FELIZ NAVIDAD y Buen AÑO 2010, a todos mis lectores. Y que la ESPERANZA os acompañe por siempre jamás.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Campeonato de Frontenis – JB y los deportes

Se acabó el torneo de frontenis. No pudimos pasar a la fase final de eliminatorias, o lo que es lo mismo superar la fase de liguilla. La verdad es que el nivel era muy alto y nosotros (Juan Carlos y yo) partíamos de no haber jugado mucho juntos, ni con pelotas de frontenis, mucho más vivas y botonas que las de tenis. Pues siempre que jugamos lo hacemos uno contra otro y con pelotas de tenis. Además este último año apenas hemos jugado.
Otro handicap fue la estabilidad de la pareja, pues cuando íbamos progresando en compenetración, Juan Carlos no pudo venir. Y de los seis partidos dos los jugué uno con Javi, mi cuñado, y otro con Eduardo. Teniendo fallos de compenetración.
Pero el objetivo era pasarlo bien y hacer un poco de ejercicio. Si queremos presentarnos el año que viene, y hacer un papel mejor, habrá que trabajar esos aspectos.
Esto me da pie para hablar de los deportes que he practicado.
Cuando era niño más bien era patoso y torpe, por miedo y/o desconfianza; además de pecar de un exceso de prudencia. Cuentan que cuando tenía meses y empezaba a gatear, si se me dejaba en la cama, nunca me caí. Pues antes de dar un paso, tanteaba el terreno con una mano hasta comprobar su estabilidad y firmeza.
Aprendí a nadar con ocho años, para sorpresa de mis “primos de San Sebastián”, un verano en una piscina del Puerto de La Cruz, gracias aún botones – camarero que en sus ratos libres tuvo la paciencia de enseñarme. Ya que los cursos de natación se me habían atragantado.
Después me lancé y era capaz con marea baja de ir hasta la barra de la playa de las Canteras y desafiando alguna vez la resaca de la subida de la marea.
Siempre me han dicho que poseo un estilo bastante bueno y con 20 años, durante un verano en Cornwall-Inglaterra, me saqué el Swimming Bronze Award. Una especie de carnet de socorrista.
Cuando vivíamos en Canarias y gracias D. Gilberto, salesiano, que me tomo simpatía, me “entrenaba” los sábados, corrigiendo mis defectos al correr y mis miedos a saltar. A cambio ya le hacía de monaguillo en la misa y así fue como gane mis primeras 100 pesetas, al ejercer en una boda.
Recuerdo que un año jugué al baloncesto, pero lo deje por ser bajito, otro al balonmano de extremo, pero no era muy rápido y se jugaba con demasiado contacto. Y en sexto de EGB, me pase a un deporte más a mi medida, siendo el quinto jugador del equipo de ajedrez, que constaba de seis.
En Benidorm y con casi catorce años aprendí a andar en bici, para volver a sorprender a Beto Yusta, que ya me daba por incapaz tras sus infructuosos intentos en Anoeta. Mi técnica de aprendizaje consistía en dejarme caer por una pequeña cuesta hasta que me hacia con el equilibrio y empezaba a pedalear. Luego, al igual que con la natación, me solté y nos íbamos los amigos hasta Altea o alquilábamos unos carritos para turistas y nos dedicábamos a “practicar carritocross” por las caminos del Rincón de Lois y l´Alfás del Pi, para terror del dueño del negocio. Ya en Pamplona, alguna vez en verano íbamos a Ororbia a ver a un amigo que estaba allí ayudando a su tío con la paja.
En el Instituto y estando en segundo de BUP, Luisfer de mi cuadrilla y muy futbolero, organizó un torneo de futbito. El primer año con “El Cóctel Molotov” nos quedamos los últimos- nos llamaban los MALOtov. El segundo año con el “Nottingham Forest” nos quedamos a media tabla.
En COU con un equipo no muy bueno pero conjuntado, “Los MM”, conseguimos la medalla de Bronce.
”Pimi” y el “Iraní” eran los que ponían el talento, Patxi era nuestro particular Rubén Cano, “Maxi” nuestro voluntarioso portero y yo aportaba el pundonor y el saber estorbar al contrario. Todavía guardo la medalla en casa.
En primavera-verano nos apuntábamos al torneo del Anaita donde hacíamos un papel digno, pero los del equipo querían ganar y yo era un lastre por lo que un año se inscribieron sin mi.
Años después, personalmente me saque la espina al ganar el Trofeo Decano de la Facultad. Éramos el equipo de las “Viejas Glorias”, los doctorandos de Zoología, con alguno de otro departamento y apoyados por un par de compañeros que eran las estrellas del equipo y que estaban ya trabajando.
La final fue un partido memorable, ganamos 2-1. El ambiente en el pabellón del polideportivo era impresionante. Vamos ni en la novena de la Inmaculada. Daba la casualidad que el equipo rival eran mis alumnos de prácticas, con lo que todos lo de su curso y media facultad más les animaban a ellos. A nosotros nos animaban las compañeras de tesis, la técnica y la secretaria del departamento. Cuando tocaba el balón era un continuo pitar y silbar, además por aquel entonces llevaba barba y parecía que era Martín Vázquez abucheado en el Bernabeu.
Otro tema fueron las pruebas físicas de milicias. Primero las de ingreso, donde por fin y única vez, no fuera a sentar precedente, salté el potro todo lo alto y largo, otro espinita de mi época del instituto. Luego vinieron las pruebas del campamento y por última las de la academia donde el superar las flexiones de barra se convirtió en una proeza y medio escuadrón nos aplaudió a otro compañero y a mí cuando lo logramos. Amén de hacer los 8 km por debajo de los 40 minutos.
En la actualidad me dedicó a jugar al frontenis, hacer unos largos en la piscina e ir un par de veces a la semana al gimnasio para mantenerme un poco en forma. También efectúo alguna salida por el monte, en plan senderismo por rutas asequibles.